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+psicología

Por Sofía Cervantes 9 de noviembre de 2018
Como una infancia con bullying afecta al desarrollo del adolescente.
Cristina y su alegría como fundamento de personalidad.

Cuando la conocí, Cristina no era más que una frágil sonrisa, 17 años, con una mirada huidiza, siempre hecha un manojo de nervios y un lenguaje corporal que indicaban a todas luces descontrol e inseguridad. 

Su historia no ha sido sencilla...con 7 años, Cristina, ya comenzó a sufrir acoso...era insultada, sufría los constantes "vacíos" de sus compañeros, críticas por todo lo que hacía...crueles imitaciones...todo contra ella por su forma de ser, de hablar, por ser diferente, por su apariencia física...

Durante años ha estado en alerta y en tensión para que el maltrato no fuera a más. En constante observación de las acciones y procederes de sus acosadores...gustos, opiniones, para no llevarles la contraria y enfadarles. Conteniéndose para no ser ella misma. Ella, que se autodefine como una chica normal..."una loca por los libros de historia, la literatura, los idiomas y la alegría".

Cristina se dejaba manipular. Percibía que sus compañeros siempre tenían razón. Se sentía y se siente insegura por intentar agradar a todo el mundo, porque cree que así la querrán y aceptarán. La dominaba el miedo al rechazo y casi nunca se enfadaba o llevaba la contraria a nadie. Se adaptó a ellos, hizo cosas que no le gustaban, todo lo que ellos decían para ella era cierto, se dejaba llevar...

El acoso, ataca directamente el autoconcepto o la imagen que construimos de nosotros mismos, la cual está influenciada por las interacciones que establecemos. El niño de manera atenta se mira en el espejo que sostienen padres, compañeros, profesores...y observa la imagen que le devuelven. El niño acosado construye una percepción de si mismo distorsionada, se juzga y critica duramente, porque se le impone lo que "debe ser" y desprecia su ser.

Durante el proceso de reconstrucción de la historia de maltrato, el acosado necesita entender y separar su historia personal de la del maltratador y llegar a identificar las motivaciones personales de los agresores.

Cuando la víctima llega a la adolescencia y no ha procesado el acoso sufrido, despliega una serie de síntomas como ansiedad, depresión, etc. que le dificultan transitar por esta etapa.

Es el momento crucial para tomar una decisión sobre ellos y proceder a terapia. La intervención tiene que ser tomada de una manera decidida y sin vuelta atrás.

La adolescencia es uno de los llamados "periodos críticos" o estadios del desarrollo evolutivo en los que cobra crucial importancia la resolución de determinadas tareas y desafíos. Por lo que será muy complicado que haya desarrollo y bienestar si en las primeras etapas de la vida tuvo lugar un impasse o hándicap, por no decir trauma, con lo que no solo la tarea queda pendiente, sino que el camino y la posibilidad de seguir el rumbo que lleva al crecimiento, al encuentro consigo mismo, al desarrollo de auténticas posibilidades y sueños, queda truncado. 

La tarea más importante de la adolescencia es la búsqueda de la identidad, la cual está determinada, en gran parte, por los sucesos de la infancia. Es necesario que el joven que ha sido acosado reconozca sus propios ideales, motivaciones, y sentimientos para lograr conectar consigo mismo, reencontrándose con su yo o ser real, superando sentimientos de culpa y vergüenza por no haber resistido al acoso, entendiendo que su actuación responde a sobrevivir en una situación hostil. El acosado se siente decepcionado, inseguro y desconfía de las relaciones sociales.

En la actualidad y tras terapia, Cristina disfruta de nuevas amistades, evoluciona y va superando cada vez más el miedo a ser criticada y rechazada, ahora se alegra cuando la invitan a alguna actividad en grupo, se va soltando poco a poco...participa cada vez más en actividades del instituto, lleva libros para leer entre clase y clase, dice sentirse guapa y cada vez disfruta un poco más encontrando su estilo de vestir y su vocación profesional. Su tendencia a la alegría, su afición a la lectura, el amor de sus padres, y un adecuado tratamiento psicológico, han sido su tabla de salvación.

Observo en Cristina grandes cualidades humanas, intelectuales...pero sobre todo me quedo con su sonrisa. Una sonrisa que ya no es frágil, sino amplia y abierta a todos.



Por Sofía Cervantes 5 de julio de 2018



Soy Sofía Cervantes.
Comienzo este blog que pretende sin más, ser un espejo, un board que muestre mis inquietudes, que refleje los temas que me generan más curiosidad...cómo voy evolucionando con el paso del tiempo, compartiendo el día a día de la psicología que pasa por mi....soy Sofía Cervantes, psicóloga, mujer, madre, hermana, amiga...
Tomando como referencia a Einstein, me declaro un ser humano dentro de la relatividad espacio temporal.

Me declaro una apasionada de la psicología. Esa "extraña" ciencia que gira entorno al comportamiento del ser humano, en relación con el medio ambiente físico y social que lo rodea...los procesos mentales, las sensaciones, las percepciones...el mundo emocional en toda su magnitud y esencia.
Algo que siempre me ha definido, es mi interés por el mundo de las emociones, por todo lo que hay detrás de lo que vemos, por lo que no decimos, por la palabra. Cada una de mis acciones en materia profesional, cada seminario, cada taller...mis conversaciones y prácticas con pacientes, logran siempre añadir un aprendizaje que me hace crecer a nivel profesional y sobre todo, evolucionar a nivel humano.
Me siento mejor persona y mejor psicóloga a medida que afronto retos de forma honrada y abierta, intentando mantenerme dentro de la naturalidad que da el poseer una visión proactiva y cercana a los distintos entornos.

Soy una más. Es lo que siempre me digo a mi misma. No soy distinta, ni mejor, ni peor...tan solo abierta y con una conciencia que quiere ayudar desde la base que me da mi experiencia constante y mis conocimientos.

Soy Sofía Cervantes y me apasiona la Psicología.
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Superar las frustraciones, Leo ante la realidad

  • Por Sofía Cervantes
  • 19 jul, 2018

LEO ANTE LA REALIDAD

Leo tiene siete casi ocho, es un niño inquieto y lleno de curiosidad…no para!! fuerte, listo e intenta comprender y reaccionar ante todo nuevo estímulo. Pero …si existe un pero …un pero que le limita ante la vida diaria. En cuanto surge alguna problemática a la que no encuentra respuesta inmediata, o se descubre tutelado, vigilado …estalla!! Siente rabia, confusión, no admite y rechaza de forma violenta estos momentos, sintiéndose mal consigo mismo, y su entorno.

 Su sufrimiento es evidente, pero Leo se resiste a observar lo que hace y dice, por lo tanto da rienda suelta a la rabia, la acción, el nerviosismo… Es notorio el desarreglo de las emociones .

 La entrada al mundo social, supone para el niño dejar atrás esa situación ideal en la que sus necesidades de bebé eran atendidas con inmediatez por padres y cuidadores y adaptarse a una situación real distinta que implica esperar, seguir normas y asumir responsabilidades.Entender que no se puede obtener todo lo que se desea, es parte del proceso.Se enfadan porque no juegan con ellos, porque no consiguen hacer un dibujo, rompen papeles, gritan y hasta se pegan a sí mismos…

La vida no transcurre como a ellos les gustaría.

Parte de la transformación consiste en entender que el suceso externo es esperable y la vivencia emocional del suceso puede cambiar.En este punto la reacción por parte de los padres a las conocidas pataletas o estallidos de rabia, es crucial. El niño aunque tenga un vocabulario limitado puede ser invitado a reflexionar y entender el no del adulto, de esta manera se abre un espacio simbólico a nivel mental de escucha y espera para comprender “ el por qué sí” y “el por qué no”.Una vez la  frustración en forma de pataleta o estallido de rabia es expresada por el niño, sigue la reflexión y por último las consecuencias.Los niños se van encontrando más felices y seguros de si mismos con más capacidad para aprender de la experiencia , mejoran academicamente y ganan en flexibilidad mental. Si la realidad no es ideal ellos no necesitan ser perfectos.

El niño que tiende a ser poco resistente a la frustración suele tener una visión muy polarizada de la realidad. No hay matices para que afloren sentimientos de duda, miedo o tristeza, posiblemente porque los mensajes que reciben del ámbito educativo, familiar están también polarizados y poco dispuestos a la apertura emocional. La sociedad actual transmite el mensaje de eficacia y rapidez en la consecución de las metas, obviando que el ensayo y el error forman parte del aprendizaje. Este tipo de mensajes aumentan la agresividad cuando no se consiguen resultados a la primera y disminuyen la motivación para volver a intentarlo.

Los matices en la vida emocional invitan al niño a aprender de la experiencia,  a ser tolerantes con los otros y consigo mismos, a generar preguntas y crear herramientas más acordes con su mundo psíquico cambiante, y en desarrollo.También proporcionan al niño elementos para acercarse a su mundo interior y aprender a desenvolverse ante cualquier suceso…, contribuyendo a la formación de personas compasivas, con consciencia crítica y capacidad transformadora.

Yo aspiro a que poco a poco Leo vaya abriéndose ante las experiencias, ante lo malo y lo bueno que trae la vida…que vaya haciéndose una persona tolerante en el mas amplio sentido de la palabra y así aproveche sus cualidades al máximo…

“Las victorias nos hacen sonreír, las derrotas nos hacen aprender”. (Horacio Berg)

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